jueves, 25 de junio de 2015

El amor imperfecto

   Cuando Marta nació ya éramos unos expertos. Yo aquella mañana era la mamá más vieja de los pasillos del hospital, pero en la bolsa que llevaba conmigo esta vez no faltaba absolutamente nada. A eso se llama experiencia. Sin embargo, su llanto me pareció tan fuerte como para lacerarme el corazón. Yo no dejaba de pedir que la examinaran. "¿Nos oye? ¿Nos ve? ¿Podrá caminar?" había pasado muchas noches mirando en Internet y sabía que genéticamente Marta tenía todas las posibilidades de estar dotada de un oído normal e, incluso si esta frase hace que me sienta mal al pensar en ti, debo admitir que sentí un gran alivio al saber que ella tendrá un camino menos tortuoso que recorrer. Porque, si es verdad que no podría nunca elegir entre vosotros, si sabría con seguridad pedir lo mejor para vosotros.

El amor imperfecto
Sara Rattaro
Duomo ediciones
Barcelona, 2014
Título original: Non volare via

miércoles, 24 de junio de 2015

El violinista de Mauthausen



Pero no es más que una ilusión, y una de las cosas que he aprendido es que las ilusiones no siempre se cumplen, o al menos no cuando hace falta o uno quiere, o acaso se cumplen cuando ya da lo mismo. Mas también he aprendido que gracias a ilusionarse, siendo o no consciente de hacerlo en vano, se puede seguir vivo aunque solo sea por un día más, y luego otro, y otro, y así hasta llegar a esa tarde que de repente se había hecho de noche en París, a finales de verano de 1945, el primero de seis veranos - nueve, si contaba lo de España - sin guerra.

El violonista de Mauthausen
Andés Pérez Domínguez

XLI Premio de novela Ateneo de Sevilla
Ed. Algaida, 2009



domingo, 21 de junio de 2015

Vestido de novia


Aquella mañana, como tantas otras, se despertó llorando y con un nudo en la garganta, aunque no tenía ninguna preocupación concreta. En su vida, el llanto no es nada excepcional: las lágrimas la acompañan todas las noches desde que está loca. Si por las mañanas no se notara las mejillas empapadas, podría llegar a creer que pasa noches tranquilas de sueño profundo. Por las mañanas, la cara llena de lágrimas y la garganta atenazada son mera información. ¿Desde cuándo? ¿Desde que Vincent sufrió el accidente? ¿Desde su muerte? ¿Desde la primera muerte, muy anterior?

Se ha enderezado apoyándose en un codo. Se seca los ojos con la sábana mientras busca los cigarrillos a tientas y, al no encontrarlos, se acuerda de pronto de dónde está. Lo recuerda todo, lo que sucedió el día anterior, la velada... Recuerda inmediatamente que tiene que irse, salir de esa casa. Levantarse e irse, pero se queda ahí, clavada en la cama, incapaz de un gesto mínimo. Agotada.

Vestido de novia
Pierre Lemaitre

Editorial Alfaguara

miércoles, 17 de junio de 2015

BIG BROTHER

Mientras volvía a buscar a mi hermano con la vista, observé detenidamente a los pasajeros de ese vuelo, gente a cuya geometría me había vuelto tan inmune que, al principio, no capté la altanera inferencia de la mujer. Si las generaciones anteriores eran puros ángulos agudos, los norteamericanos de hoy están hechos con perpendiculares, y los que estaban al final de la cinta eran todos igual de «cuadrados». Dada la pasmosa popularidad de los tejanos de «tiro bajo», unas ajustadas pretinas cruzaban las caderas en el punto más ancho y un poco por debajo de la tripa, a la que, de vez en cuando, un top demasiado corto dejaba al descubierto en todo su convexo esplendor. Yo evitaba esa moda nada agraciada, pero con mis nueve kilos de más no me distinguía de la multitud, y me sentí personalmente insultada cuando el deportista dijo por lo bajo a su acompañante:

-Bienvenida a Iowa.

Big Brother
Shriver, Lionel
Anagrama
Traducción de Daniel Najmías


domingo, 7 de junio de 2015

Memorias de un cazador

Yermolái pertenecía  a uno de mis vecinos, un terrateniente chapado a la antigua. A los terratenientes chapados a la antigua no les gustan las "becadas"y son partidarios de las aves de corral. Tan sólo en contadas ocasiones, como el día del cumpleaños, del santo y de las elecciones, los cocineros de los terratenientes de rancio abolengo se aprestaban a condimentar aves de pico largo, y con ese apasionamiento propio del ruso cuando no sabe bien lo que hace, inventan para ellas aderezos tan complicados, que la mayoría de los comensales examinan con curiosidad y atención los manjares que les han servido, pero no se deciden en modo alguno a probarlos. Yermolái tenía orden de suminsitrar una vez al mes a la cocina del señor dos parejas de urogallos y perdices, por lo demás le estaba permitido vivir dónde y cómo quisiera. Habían renunciado a él como persona inepta para cualquier clase de trabajo, por considerarlo como un "escuerzo", como decimos en Oriol. Ni que decir tiene que lo le daban ni pólvora ni perdigones, ateniéndose a las mismas reglas, según las cuales él tampoco daba de comer a su perro.


Yermolái era un individuo de un género muy singular: despreocupado como un pájaro, bastante parlanchín, de apariencia distraída y torpe; era muy dado a la bebida, no podía estar quieto en un sitio determinado, arrastraba los pies al andar y caminaba haciendo eses, y con todo y con eso se tragaba unas cincuenta verstas en un día.

Memorias de un cazador
Iván Turguénev
Editorial Cátedra