miércoles, 31 de enero de 2018

Americanah

Por fin llegó el resultado de la tía Uju. Ifemelu cogió el sobre en el buzón y lo entró, tan ligero, tan corriente, con el texto «Examen para la obtención de la licencia de médico en Estados Unidos» impreso en uniforme letra cursiva, y lo sostuvo en la mano largo rato, instándolo por pura fuerza de voluntad a traer buenas noticias. Lo alzó en cuanto la tía Uju entró por la puerta. Esta ahogó una exclamación.
 —¿Es grueso? ¿Es grueso? —preguntó.    
—¿Cómo? Gini? —preguntó Ifemelu.    
—¿Es grueso? —preguntó otra vez la tía Uju, dejando caer el bolso al suelo y avanzando, la mano extendida, el rostro demudado en un atroz visaje de esperanza. Cogió el sobre y exclamó—: ¡Lo he conseguido! —Y luego lo abrió para asegurarse y escrutó el delgado papel—. Si suspendes, te mandan un sobre grueso para que puedas volver a inscribirte.    
—¡Tía! ¡Lo sabía! ¡Enhorabuena! —exclamó Ifemelu.    
Se abrazaron, apoyándose la una en la otra, oyendo sus mutuas respiraciones, y la escena despertó en Ifemelu un cálido recuerdo de Lagos.    
—¿Dónde está Dike? —preguntó la tía Uju, como si él no estuviera ya siempre en la cama cuando ella volvía de su segundo empleo.    
Entró en la cocina, se situó bajo la potente luz del techo y miró, una vez más, el resultado con los ojos empañados.   
—Así que seré médico de familia en este Estados Unidos —dijo casi en un susurro.    
Abrió una lata de Coca-Cola y la dejó sin beber.    
Más tarde dijo:   
 —Tengo que quitarme las trenzas y alisarme el pelo para las entrevistas. Kemi me dijo que no fuera con trenzas a las entrevistas. Si llevas trenzas, te consideran poco profesional.    
—¿En Estados Unidos no hay médicos con el pelo trenzado, pues? —preguntó Ifemelu.   
 —Yo te digo lo que me han dicho a mí. Estás en un país que no es el tuyo. Para salir adelante, haces lo que tengas que hacer.    

Americanah
Chimamanda Ngozi Adichie
Literatura Random House,  2014