Poco después, mientras madre e hija departían en la cocina, tuve con el coronel una segunda vuelta de aquella conversación, aunque en un tono mucho menos vehemente y algo más profesional.
—¿Os han dado alguna formación de autoprotección, por si tenéis que salir del recinto de la base? O para las amenazas que puedan presentarse allí dentro. En esos sitios casi es más peligroso el escenario green-on-blue, un posible ataque de afganos supuestamente leales.
—Lo sé —dije, para darle sensación de controlar—. Así se llevaron por delante a dos compañeros nuestros allí, hace unos años
—¿Y entonces? —insistió.
—Nos han dado instrucciones básicas —mentí, y para calmar mi conciencia añadí algo que fuera cierto—: Además, tenemos un equipo de gente allí, personal entrenado y escogido, de nuestras unidades de acción rápida. Nos darán seguridad en lo que necesitemos.
El coronel sopesó la información. Pareció complacerle.
—Mejor así. La madre está insoportable. No vamos a descansar hasta que regrese. Cuídamela, te lo pido como favor personal.
—No tiene que pedírmelo. Mi gente es lo primero, para mí.
—Así debe ser —asintió, solemne.
A eso de la medianoche los dejamos allí, en su casita acariciada por la brisa de la bahía. Mientras Chamorro ponía el coche en movimiento, miré cómo quedaban atrás, en esa soledad desvalida que algún día es la de todos los que somos padres, cuando comprendemos que no estaremos para amparar frente a todo mal a nuestros hijos y que hemos de confiar en otros que tal vez no puedan, no quieran, no sepan.
Donde los escorpiones
Lorenzo Silva
Destino, 2016
El último libro de Bevilacqua y Chamorro nos traslada a Afganistán, a la base española de Herat, donde se ha producido un homicidio. Lorenzo Silva nos describe con maestría lugares y personas, y la acción engancha hasta el final, pero se enreda demasiado en la base y casi tienes ganas de acabarlo.
ResponderEliminarBevilacqua tiene que caerte bien, porque cuanto más mayor, más cargante está!