domingo, 22 de octubre de 2017

La mirada de los peces

Mi clase de 1º de BUP, del Instituto Miguel Servet de Zaragoza

Los patios enormes, anejos a las vías y las huertas, perfectos para el trapicheo. La verja penitenciaria, las canchas oscuras en la tarde nocturna de invierno. Nadie por ningún sitio. En la puerta principal todo me parece pequeño. El instituto, como algunos adultos a los que pierdes la pista y reencuentras en tu adultez, ha encogido. ¿Cómo entraba por esas puertas? Reconozco más o menos el interior. El zaguán está lleno de murales con los típicos motivos de exaltación democrática y solidaria de cualquier instituto público, sólo ha cambiado la factura. Nosotros los hacíamos con cartulina y tijeras, y ahora todo está impreso y diseñado por programas. Pasa, Sergio, me dice el director, un hombre nervioso y amable, en los cincuenta y pico, con el pelo un poco largo e indumentaria hippie matizada por el funcionariado. Tenemos alguna sorpresa para ti, pero luego te la damos. Vamos a buscarte en las orlas, ¿en qué año terminaste? Hice la selectividad en el noventa y siete. Ajá, tendrías que estar aquí. No estaré, no te molestes. Hombre que sí, ¿cómo no vas a estar? ¿Por la de o por la eme? Por cualquiera. A ver...Pues va a ser verdad que no estás. ¿Seguro que era el año noventa y siete? Segurísimo, estos son mis compañeros, los reconozco, pero faltan también algunos de mis amigos. Joder, ¿y por qué no estás? No me digas que nos falta el ex alumno ilustre. Tampoco veo a Asteres, ni a Andrea, ni a los que me importan. Pero, vamos a ver, ¿qué pasó?, me dice. Pues supongo que boicoteamos la orla, digo, que la idea nos pareció cursi, americana, burguesa, de derechas. Seguro que fue eso, nos pareció de derechas, y con diecisiete años no hacíamos nada que pareciese de derechas. No como ahora, pienso, que llevo un gabán de derechas y un jersey de derechas y unas zapatillas que parecen informales pero podrían ser de derechas. Voy mucho más derechas que el director del instituto, pero eso es normal. Cualquiera parece de derechas junto al director de un instituto público, porque la izquierda-izquierda de España se compone de directores de institutos públicos. Por eso saca tan pocos votos, la izquierda-izquierda, porque no hay tantos directores de institutos públicos.

La mirada de los peces
Sergio del Molino
Literatura Random House, 2017

miércoles, 4 de octubre de 2017

Los sauces de Hiroshima


Como siempre que el inspector Abe se encontraba en una encrucijada, se dirigió al templo Meiji para orar, colgó una nueva ema o tablilla donde había garabateado un deseo, fue a contemplar los lirios del parque Yoyogi, recién florecidos por ser junio, y por último se dirigió a una troriya, un restaurante familiar especializado en brochetas de pollo, pato y codornices sito en un callejón de la avenida Omotesando Dori, donde cada vez que iba ponían a su disposición un pequeño reservado con vistas al jardín trasero del local. Desde allí podía contemplar un diminuto sendero de guijarros que desembocaba en una pequeña fuente levantada con cantos rodados que convertían el ruido del agua en un suave rumor. El restaurante, una vieja casa de madera cuya techumbre estaba cubierta de pesadas tejas plateadas, que había sobrevivido como una isla a los bombardeos norteamericanos, desprendía un olor a soja rancia (receta secreta del cocinero y propietario) y a sándalo, que despertaba el apetito del inspector Abe y conseguía abrirle la mente a nuevas ideas. Para aprovechar esa circunstancia, solía llevar consigo alguno de los expedientes de casos por resolver, y aunque no podía afirmar que reflexionar sobre ellos en aquel ambiente hubiera resultado decisivo para dar con la solución de alguno, en cambio sí tenía la impresión de que conseguía avances. A veces se trataba de simples detalles, pero en toda investigación policial los detalles resultaban siempre capitales.

Los sauces de Hiroshima
Emilio Calderón
Planeta, 2011