lunes, 4 de diciembre de 2017

Nos vemos allá arriba

Los soldados franceses de la 370o Regimiento de Infantería hacen un alto para comer durante la batalla de Aisne, en 1917.
 —¿Quieres vender monumentos a los caídos?     
Sí. Eso es. Édouard está encantado con su idea, se da palmadas en los muslos y emite sonidos con la garganta, esos gorgoteos que no se sabe de dónde salen ni cómo, porque no se parecen a nada, pero son desagradables.     
Albert no acaba de entender cómo alguien puede tener ganas de fabricar monumentos, pero la cantidad de trescientos millones de francos empieza a abrirse paso en su mente: eso quiere decir, por ejemplo, «casa» como la del señor Péricourt, «limusina» y hasta «palacio»... Se ruboriza, acaba de pensar en «mujeres», la criadita de la sonrisa arrebatadora ha pasado fugazmente ante sus ojos, es automático, cuando uno tiene dinero, siempre se ve acompañado por mujeres.     
Lee las breves líneas que siguen, un anuncio en versalitas hechas con tanto esmero que parecen de imprenta: «...Y SIENTEN DOLOROSAMENTE LA NECESIDAD DE PERPETUAR EL RECUERDO DE LOS HIJOS DE SU CIUDAD O SU PUEBLO QUE HICIERON DE SU PECHO UNA MURALLA VIVA CONTRA EL INVASOR.»    
 —Todo esto está muy bien —dice Albert—. Incluso me parece una idea muy buena...     
Ahora comprende por qué lo han decepcionado tanto los dibujos, no están pensados para representar una sensibilidad, sino para expresar un sentimiento colectivo, para gustar a un público muy amplio que necesita emoción, que quiere heroísmo.     
Un poco más adelante: «...A ERIGIR UN MONUMENTO DIGNO DE SU MUNICIPIO Y DE LOS HÉROES A QUIENES QUIEREN CONVERTIR EN EJEMPLO DE LAS GENERACIONES VENIDERAS. SEGÚN LOS MEDIOS DE QUE SE DISPONGA, LOS MODELOS PRESENTADOS PUEDEN SER REALIZADOS EN MÁRMOL, GRANITO, BRONCE, EN PIEDRA Y GRANITO SILICATADO O EN GALVANO-BRONCE...»     
—De todas formas, es un asunto un poco complicado... —opina Albert—. Para empezar, para vender monumentos no basta con dibujarlos. Y, además, una vez vendidos, ¡hay que fabricarlos! Se necesita dinero, personal, una fábrica, materias primas..

Nos vemos allá arriba
Pierre Lamaitre
Salamandra, 2016

1 comentario:

  1. Albert Maillard y Édouard Péricourt no tienen nada que ver, pero la guerra y el batallón que comparten les unen definitivamente debido a la intervención del teniente d’Aulnay-Pradelle...Después de la Guerra su vida se convierte en una lucha por la supervivencia en la que no siempre salen bien parados.

    Lemaitre lo vuelve a conseguir con un tema alejado de su serie negra con uno de los mejores relatos que he leído sobre la 1ª Guerra Mundial. Me ha encantado.

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