jueves, 22 de febrero de 2018

El fuego invisible


—Está bien. ¿Y  si cambiamos de tema? ¿Qué te apetece tomar? —la interrogué, notando su alivio mientras examinábamos la carta de arriba abajo—. Veo que tienen unos cócteles maravillosos y una gran selección de champanes. Si te parece, podríamos tomar una copa de Salon Blanc de Blancs 99 para empezar. Es uno de mis favoritos.
El camarero asintió, aprobando mi elección.
—No, no... —Paula negó con la cabeza—. Esta noche no tengo el ánimo para champán. Con una copa de vino blanco bastará.
 —¿Alguno en especial?
Pese a que era ella la que debía de estar familiarizada con la carta, la vi dudar. Me pareció que su mente aún seguía en la conversación que acabábamos de zanjar y decidí sacarla de aquel compromiso.
—No te preocupes. ¿Te parece que pida por los dos?
 —Por favor.
—Excelente —dije, pasando la mirada del camarero a la lista de vinos—. Tráiganos una botella de Perro Verde. Me parece que es perfecta para la tarde que llevamos.
Pau esbozó un tímido gesto de fastidio.
—¿Te apetece algo en especial? Esta carta es espectacular —susurré.
—La cocina aquí es deliciosa. ¿Qué tal si pedimos unos baos de gamba y wakame y un usuzukuri de toro y tomate?
—Estupendo. Pero me gustaría probar también el niguiri de huevo de codorniz con caviar y el tataki de lomo de wagyu. De repente tengo hambre.
 —¿Podremos con todo eso? —preguntó.

El fuego invisible
Javier Sierra
Planeta, 2017

1 comentario:

  1. Reconozco que con este fragmento me dieron ganas de ...dejar el libro, digámoslo así. No me ha gustado nada, ni la historia, ni los personajes, poco creíbles y falsos.

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